Dotado de una sólida formación artística, bajo la mirada atenta de su padre, José Ramón Garnelo Gonzálvez y de su hermano José, el eximio pintor, Manuel Garnelo es un claro exponente de la plástica naturalista y una figura destacada del simbolismo, en su vertiente decorativa.

 

     Sus primeros pasos como escultor los da, contando tan sólo doce años, en la Academia Española de Bellas Artes en Roma, de la mano de los ilustres maestros Mariano Benlliure y Aniceto Marinas y con catorce años obtiene Mención de Honor en la Exposición Internacional de Madrid de 1892 con Tota pulchra est Maria.

 

    Prosigue su formación artística en Madrid, en la Escuela Especial de Pintura, Escultura y Grabado, y en 1900 en Roma, donde permanece cuatro años como pensionado de la Academia Española de Bellas Artes. Viaja a París y a otras capitales europeas, al tiempo que envía sus trabajos (El pan nuestro, Últimos momentos de Santa Elena, Misericordia, Caridad, A ti suspiramos), algunos de los cuales obtienen galardón en las exposiciones nacionales celebradas en esas fechas.

 

     De su ingente labor didáctica son testigos los numerosos alumnos que formó desde su cátedra de "Carpintería Artística" en la Escuela Superior de Artes Industriales de Granada, ciudad en la que realiza diversas obras, entre otras, la ornamentación del camarín de Nuestra Señora de las Angustias, junto a su hermano José, obteniendo por el proyecto una Tercera Medalla en la Exposición Nacional de 1922. Paralela a su vertiente pedagógica, Manuel Garnelo desarrolla una ferviente actividad artística en varias ciudades (Madrid, Granada, Guadalajara), dejando su impronta modernista en la ejecución de numerosos obras, especialmente en su faceta religiosa, algunas de las cuales conservamos en su Montilla natal.